Por una cultura escolar centrada en los aprendizajes

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Dr. Sergio Martinic Valencia

Universidad de Las Américas

En este número se reúnen artículos que abordan los problemas de aprendizajes que afectan a los estudiantes que viven en desventajas social y estrategias posibles para mejorar sus oportunidades y logros. El problema es abordado por las y los autores desde distintas perspectivas, realidades socioculturales y niveles educativos.

Los autores relevan la complejidad del problema. No hay una explicación única ni tampoco una receta particular que resuelvan las dificultades de aprendizajes en contextos y realidades sociales diversas.

Con frecuencia los problemas de aprendizajes suelen explicarse por la condición social de los estudiantes. En efecto, las mediciones estandarizadas y una amplia literatura científica demuestran la asociación que se produce entre la realidad socio económica y los aprendizajes de niños y jóvenes. Los niños de los quintiles más pobres tienen aprendizajes comparativamente más bajos. Ellos asisten, preferentemente, a escuelas públicas y sus territorios, generalmente, son los barrios periféricos y las localidades apartadas del país.

Sin embargo, y pese a la importancia de estos factores externos, las investigaciones en el campo educativo demuestran que los niños aprenden y pueden aprender con mayor profundidad. Diversos estudios y experiencias aplicadas inspiradas en las ideas de “Escuelas efectivas” demuestran que los aprendizajes dependen de la calidad de la enseñanza y de las oportunidades educativas que ocurren en las escuelas.

En efecto, en contextos urbanos y rurales la situación de aprendizaje y las posibilidades de adquisición de saberes y competencias depende más de la experiencia escolar que del medio social del estudiante. Las investigaciones realizadas en el país demuestran que existen importantes factores internos o propios de la escuela que están asociados a la calidad de los aprendizajes.

Entre estos destacan el liderazgo del director; el clima interno de la escuela y el grado de cooperación entre los profesores; altas expectativas de aprendizaje de sus estudiantes; prácticas pedagógicas pertinentes; la gestión del tiempo; compromiso y asistencia de los estudiantes; participación y una estrecha cooperación con la familia, entre otros. Una escuela eficaz se logra gracias a una acción que integre y articule adecuadamente estas dimensiones.

Las políticas públicas deben estimular la cooperación de todos para lograr una cultura escolar orientada y comprometida con los aprendizajes. Debe existir un alto grado de convergencia entre los profesores y directivos en cuanto a la misión de las escuelas; las prácticas pedagógicas y las metas a obtener. Para ello, es fundamental la formación especializada y continua de los directivos y una práctica de trabajo basada en el diálogo y la cooperación con sus comunidades educativas.

Pero, sin duda, en el logro de los aprendizajes, el profesor es el protagonista. La calidad de los resultados de su acción pedagógica depende de las interacciones en la sala de clases, de sus métodos de trabajo y de la comunicación que logra con sus estudiantes. Una buena clase depende de muchos saberes que debe conocer y manejar el profesor. Debe dominar la materia que enseña y, principalmente, debe conocer muy bien a sus estudiantes y las estrategias para que estos aprendan de acuerdo con sus ritmos y habilidades.

Para esta tarea, la formación inicial docente y las políticas de perfeccionamiento continuo resultan ser claves. El acompañamiento a profesores debe facilitar el intercambio de experiencias, el trabajo en red y la innovación a partir de la práctica y de experiencias concretas. Todo el apoyo que se otorga a los profesores contribuye, finalmente, a los aprendizajes de sus estudiantes.

Pero ello no basta para el logro de buenos resultados. Es necesaria la colaboración y participación de la familia. La organización de espacios de participación y el diálogo frecuente con las familias resultan ser muy importantes para lograr mayor compromiso de los estudiantes con sus aprendizajes y el reconocimiento y legitimidad de su realidad y contexto al interior de las escuelas.

En fin, la escuela como organización debe aprender de su propia experiencia y del sistema educativo en su conjunto. El desarrollo de una cultura de aprendizaje requiere de una investigación educativa que, entre otros, analice los factores asociados al aprendizaje y el valor que agrega el establecimiento a los aprendizajes. Si no sabemos lo que ocurre en los procesos pedagógicos de las escuelas será difícil contar con soluciones de calidad y creativas para los desafíos que se deben enfrentar.