1 Editorial
1.1 La importancia de consolidar valores durante la educación superior en Chile
Jorge Eduardo Valdivia Díaz orcid: https://orcid.org/0000-0002-9240-1367 s La educación superior representa una etapa fundamental en la vida de una persona. No solo constituye el camino hacia la profesionalización y especialización en determinadas áreas del conocimiento, sino que también es un periodo clave para el desarrollo integral del ser humano. En este contexto, la consolidación de valores durante la formación universitaria adquiere un papel nuclear, especialmente en países como Chile, donde los desafíos sociales, económicos y políticos demandan profesionales no solo competentes, sino también íntegros y comprometidos con el bienestar de sus territorios y comunidades.
Proverbialmente, las universidades han sido concebidas como centros de producción y difusión de conocimiento. Sin embargo, su rol va mucho más allá de la mera transmisión de contenidos académicos. La formación universitaria debe ser también un espacio de desarrollo ético, social y emocional, donde el estudiantado construya una identidad personal y profesional basada en valores sólidos que guíen sus decisiones a lo largo de la vida. Se requiere que la formación universitaria integre una perspectiva valórica que forme profesionales y técnicos responsables, reflexivos, críticos y empáticos. Los valores, se sostienen en principios ético-morales, que inciden en la actuación de los seres humanos, se caracterizan debido a su carácter formal y personalizado. En otras palabras, regulan el comportamiento de las personas en cualquier momento, situación o circunstancia. Los valores se consuman luego de un continuo de comportamientos que se consolidan en el tiempo.
En Chile, este enfoque es especialmente relevante debido a los importantes cambios que ha experimentado el sistema de educación superior en las últimas décadas. El crecimiento de la matrícula, la diversificación de instituciones, y las transformaciones sociales han exigido demandas por mayor equidad, calidad y justicia. Teniendo en cuenta lo anterior, consolidar valores en la educación superior no es simplemente un complemento educativo, sino una necesidad estructural para secundar el desarrollo de una sociedad más justa, inclusiva y democrática. Valores como la honestidad, la responsabilidad, la solidaridad, la equidad, el respeto y la justicia no solo fortalecen el ejercicio profesional, sino que también permiten una convivencia armónica en contextos diversos y complejos.
A pesar de los avances, aún existen importantes desafíos en la consolidación de valores en la educación superior en Chile. En un contexto de creciente exitismo de la educación, donde muchas veces se valora especialmente el rendimiento académico o las competencias técnicas, los espacios para la reflexión ética y el compromiso social pueden quedar relegados a un segundo plano. En un mundo marcado por la incertidumbre, el individualismo y la fragmentación social, la formación en valores aparece como una bitácora que orienta el actuar de los futuros líderes, científicos, docentes, ingenieros, médicos y profesionales, en general. La educación superior, al consolidar los valores irrenunciables para coexistir en comunidad, facilita la implementación de transformaciones profundas y duraderas en la sociedad chilena.
La consolidación de valores durante la educación terciaria permite que los futuros profesionales actúen con integridad en sus campos laborales, contribuyendo en forma activa al bien común. Para ello, es fundamental el compromiso con la calidad, la formación ética y la responsabilidad social universitaria. En este contexto, las universidades chilenas han trazado estrategias para fortalecer sus programas de formación ética y responsabilidad social. A través de cursos, seminarios, encuentros comunitarios, entre otros. A través de estas iniciativas se busca generar una conciencia crítica en el estudiantado sobre su rol en la sociedad y los impactos que sus decisiones profesionales pueden tener en el entorno. La responsabilidad social universitaria (RSU) es un concepto que ha tomado fuerza en este sentido. Se refiere al compromiso ético de las instituciones de educación superior con el desarrollo sostenible, la equidad y la justicia social. Por lo tanto, el compromiso de las instituciones de educación superior es que no solo formen profesionales exitosos, sino ciudadanos conscientes y activos frente a las problemáticas sociales del país. La RSU se manifiesta en prácticas como la vinculación con el medio, la participación en proyectos comunitarios y la estimulación permanente del pensamiento crítico.
De igual manera, la consolidación de valores no ocurre de manera espontánea, sino que requiere de una acción deliberada por parte de los agentes educativos. En este proceso, el rol del personal docente es esencial. Por lo mismo, no solo se deben enseñar contenidos, sino que también es necesario transferir, de forma implícita o explícita, una determinada visión del mundo, formas de relacionarse y maneras de enfrentar los diversos dilemas éticos.
Por ello, es esencial que el personal docente, fomente un ambiente de respeto, inclusión y diálogo. Si bien los valores se encuentran latentes en los procesos de enseñanza-aprendizaje, resulta pertinente explicitar y sistematizar su desarrollo a través del compromiso responsable, entre docentes y estudiantes. Asimismo, las universidades deben generar espacios que promuevan la reflexión ética y el aprendizaje en contextos colaborativos. La vida universitaria, con sus múltiples interacciones sociales y experiencias nuevas, ofrece una oportunidad privilegiada para fortalecer habilidades interpersonales, como la empatía, la comunicación efectiva y la resolución pacífica de conflictos. Estudiantes provenientes de contextos vulnerables, pueden enfrentar mayores barreras para desarrollar su potencial y consolidar una base valórica sólida si no se les brindan las condiciones adecuadas.
Frente a este horizonte, es necesario robustecer las políticas institucionales que integren la educación en valores como un eje transversal de la formación universitaria. Esto implica repensar los currículos, promover la participación estudiantil y establecer vínculos efectivos con la comunidad. De acuerdo con lo señalado, consolidar valores durante la educación superior en Chile no es solo un objetivo deseable, sino una necesidad urgente para construir un país más justo, equitativo y democrático. La universidad debe ser un espacio donde el conocimiento se ponga al servicio de la transformación social, y donde las y los estudiantes se formen como profesionales competentes, pero también como personas éticas, solidarias y comprometidas con su entorno.