Editorial
Educación en la postpandemia: el desafío de la escucha
Revista Educación las Américas
Universidad de Las Américas, Chile
ISSN-e: 0719-7128
Periodicidad: Semestral
vol. 12, núm. 1, 2022
La pandemia por Covid-19 ha impactado de manera sustantiva las distintas esferas de la vida social. Los largos períodos de confinamiento preventivo, el contagio, el aislamiento, la enfermedad y la muerte han trastocado las dinámicas de interacción social a tal punto que –al cabo casi de casi tres años desde su inicio– aún nos encontramos en proceso de retomar la cotidianeidad que conocíamos.
El cierre de los establecimientos educativos, durante el año 2020 y parte importante del año 2021, ha puesto en entredicho el funcionamiento tradicional de la educación, acelerando la informatización de múltiples procesos y potenciando la comunicación entre los actores a través de las redes sociales y plataformas de reunión telemática. La reunión cara a cara, el acto de hablar enfrente de otros, el encuentro colectivo en un mismo espacio físico, entre otras acciones, que durante décadas resultaban tan necesarias como “naturales”, han devenido –desde el inicio de la pandemia– en acciones de riesgo y en amenazas para el bienestar de las personas.
Los efectos de la pandemia en el sistema educativo han implicado un retroceso en los avances sectoriales de los distintos países. En Chile, por ejemplo, se ha documentado una baja en la matrícula, un alza en las tasas de inasistencia y un incremento en la desvinculación escolar. A ello, se suma la preocupación por el efecto en el logro de los aprendizajes que podría tener repercusiones en las trayectorias formativas de varias generaciones durante la próxima década. Las autoridades han alertado sobre el incremento de los problemas de salud mental en la población general, situación que encuentra su correlato en el estudiantado de los distintos niveles del sistema educativo.
En el país, el Ministerio de Educación recientemente ha dictado una Política de Reactivación Educativa Integral denominada “Seamos Comunidad”, cuyo propósito central es impulsar una respuesta integral y estratégica a las necesidades educativas y de bienestar socioemocional, que han emergido en las comunidades escolares durante la pandemia. Plantea cinco ejes para la política: convivencia, bienestar y salud mental; fortalecimiento y activación de aprendizajes; revinculación y garantía de trayectorias educativas; plan nacional de transformación de digital y conectividad; y el plan nacional de infraestructura.
Lo propuesto aparece como una respuesta robusta e integral ante el difícil diagnóstico postpandemia. Llegar a las comunidades educativas y a la ciudadanía con un discurso que destaque el valor de la educación y la relevancia de sostener las trayectorias educativas de los estudiantes es, sin duda, una tarea de gran envergadura para esta política pública. No obstante, este cometido no sólo debe contemplar la definición de un relato atractivo y una estrategia comunicacional que lo difunda masivamente. Se debe constituir una alianza con los actores de los establecimientos educativos que facilite la identificación de sus propias convicciones en torno a la relevancia de reactivar el sistema educativo, recuperar la vinculación con los estudiantes y reimpulsar los procesos de enseñanza-aprendizaje.
Convocar a los estudiantes y sus familias a seguir siendo parte del sistema educativo es una tarea enorme, un desafío que atraviesa las interacciones y la cotidianeidad de la vida escolar. Usualmente, en estas instancias se identifican con facilidad el relato de la política pública, las declaraciones propias de cada comunidad educativa y las creencias/saberes de los agentes educativos que conducen el proceso; pero, también se hace necesario reconocer la presencia de los estudiantes y de sus familias como portadores de una perspectiva propia en torno a lo que significa habitar el sistema educativo.
Si bien la pandemia por COVID-19 es un hecho compartido por la sociedad en su conjunto, los contextos, las experiencias particulares que cada uno ha debido enfrentar y la vivencia subjetiva de este período abren la ventana a lo múltiple, lo heterogéneo. Por lo tanto, lo sustantivo no es el relato con el que se llega a los estudiantes y las familias, sino que la forma en la que se logra un acercamiento a los significados que estos han ido construyendo en torno a la educación, en sus trayectorias educativas previas, durante el período de pandemia y la etapa de reencuentro educativo presencial.
La escucha es la clave, es la llave que permite el encuentro con los otros, con su experiencia. Es esencial que quienes laboran en educación cultiven esta habilidad en el día a día y que, junto con compartir el propio discurso, generen espacios para la expresión del otro, para la construcción de su propio relato. Una genuina apertura posibilita el acceso a la diversidad de vivencias que los sujetos han tenido con la pandemia, algunas marcadas por el sufrimiento y la pérdida mientras que otras por la posibilidad de disfrute y reencuentro que implicó el confinamiento. Todas las vivencias de este inesperado proceso histórico, entre otras variables estructurales y de contexto, tributan a la configuración de una forma de vinculación particular con el sistema educativo.
Este crisol de experiencias humanas se reúne y se encuentra en cada comunidad educativa, barrio o territorio. Es imperativo dialogar sobre ellas, reconocerlas, acogerlas; recoger los sentidos e, incluso, los sinsentidos de la relación con el sistema educativo. El descubrimiento de estos significados es una oportunidad para la mutua transformación y para el diseño de senderos compartidos desde los cuales establecer nuevos contratos de adhesión al sistema educativo.